El tema de política cultural, lo
abordamos en clase incluido en el apartado de cultura. Así, hubieron varias
definiciones que dejaron claro un poco más acerca de este concepto: política
cultural son prácticas o intervenciones en la vida cultural con el fin de dar
respuesta a necesidades culturales de la población, mediante la facilitación de
todos los recursos posibles y necesarios. Muchas son las definiciones que
pretenden acercarse lo máximo posible al concepto, pero existen dos claras
diferenciaciones ya que pueden ser: o bien, acciones realizadas por los
ciudadanos, o bien, acciones realizadas de los políticos.
Sin embargo, tras conocer un poco su
significado, su pretendido y su acción, nos cuestionamos si los organismos
públicos, como el ayuntamiento, están en la obligación de cubrir este gasto.
¿Es realmente necesario?
En cierto modo, no existe una obligación para los organismos públicos acerca de la subvención de estas prácticas, sin embargo, es un tema que interesa y mucho. Esta serie de actividades potencian la economía de las ciudades, puesto que traen consigo un gran influjo de turismo. Sin duda también, nos encontramos con el hecho de la competencia entre partidos políticos para atraer votos y ciudadanos que apuesten por cada uno de ellos. Pero, realmente, nada relacionado con la idea del desarrollo personal y colectivo de los ciudadanos, ni el potenciamiento de conocimientos, capacidades y habilidades en cultura. Todo, al parecer, resulta ser puro interés. Por suerte, existen organismos externos que apuestan por este aspecto en el uso de las políticas culturales y creen en el bien común y desarrollo cultural por el mero hecho de enriquecer y fortalecer las ciudades y sus culturas.
Adentrándonos un poco más, podemos
cuestionar igualmente las finalidades de las políticas culturales, que no son
otras que:
-
Finalidades culturales, que permitan el acceso
de cualquier ciudadano a la cultura.
-
Finalidades Sociales, que fomenten la
integración, participación y cohesión social y conseguir un empoderamiento y
toma de conciencia de la población.
-
Finalidades educativas, que faciliten el
desarrollo personal de cada uno y el acceso a diferentes códigos estéticos.
-
Finalidades ambientales, potenciando el
conocimiento del medio ambiente a fin de cambiarlo a condiciones mejores.
-
Finalidades económicas, para crear puestos
trabajo, repercusiones directas en otros sectores y el valor de la producción
de servicios culturales.
-
Finalidades políticas
-
A fin de conseguir refuerzo o reconstrucción de
la identidad colectiva de la población, su cultura.
No debemos obviar la existencia de diversos ámbitos desde los que puede intervenir la política cultural, como: el patrimonio, las artes y la comunicación. Veamos:
Avanzando un poco más en materia, comentaremos las dos grandes tendencias en política cultural: Democratización de la cultura y democracia cultural.
En la democratización de la
cultura, supone una facilitación de acceso a todos los ciudadanos a prácticas
culturales, siendo receptores de objetos culturales; es decir, se trata de una
difusión de cultura. Pretenden compensar la desigualdad de acceso y potenciar
la creación profesional y se valora el producto cultural, valorando también la
repercusión económica que suponen las actividades culturales.
Este concepto surge después de
la 2ª Guerra Mundial, de la mano del Estado de Bienestar en la postguerra, a
través de un consenso llevado entre los partidos políticos con el fin de
garantizar un mínimo de derechos a los ciudadanos. Así, en la 2ª república,
surgen las misiones pedagógicas con la finalidad principal de conseguir el
acercamiento de la cultura a pueblos del interior.
En cuanto a la democracia cultural, pretende un potenciamiento de acceso a la creación de los ciudadanos, de su participación, como agentes activos del proceso cultural, creando cultura. Con esto, se aspira a un desarrollo de capacidades creativas, reflexionar sobre la realidad misma y conseguir una transformación de ella, valorando más que los productos los procesos culturales y la repercusión social que puedan causar las distintas actividades culturales para una mejoría en la calidad de vida de los ciudadanos.
Este término, aparece a finales de los años 60 y fue asumido por la UNESCO en los años 70, cuando así aparece la animación cultural y sociocultural.
En este tema, actualmente hablamos también de gestión cultural, frente al discurso anterior que trataba animación cultural. Se trata de una relación neoliberal que se rige por la estructura del mercado, incluyendo dos conceptos más que son: difusión y marketing cultural. Es un modelo extra cultural que se justifica por el mero hecho de que es gran generador de turismo, dinamiza la economía, genera puestos de trabajo… así como hemos comentado con anterioridad. No se trata de una justificación mediante aspectos culturales que resulta ser algo más importante.
Al contrario de esto, tenemos la
democracia cultural, un modelo intra cultural basado, como bien hemos dicho, en
la potenciación de los ciudadanos a la creación de cultura, la participación y
el derecho a la cultura.
No debemos olvidar qué es la cultura. Es aquello que simboliza algo, costumbres, formas de ser, de vivir… que tenemos colectivamente con ciudadanos del mundo. Es el elemento más importante de la evolución y transformación, que tenemos que construir día a día, por lo que no debe ser tratado como un producto que enriquece y favorece económicamente, sino como personas y ciudadanos.
Desde el punto de vista de la animación, hacia las intervenciones, siempre se le ha otorgado un enfoque sociocultural, puesto que no se trata de algo aislado de la intervención pública y solo gana sentido si se consigue una mejora de calidad de la vida de ciudadanos, sobre todo, aquellos más desfavorecidos. Debe de compensar la desigualdad y no debe responder intereses de unos pocos ciudadanos.
También, se presenta como
elemento fundamental, la participación, puesto que existe una necesidad para
que los ciudadanos intervengan y actúen activamente en cultura, no solo sean
simples espectadores que se conforman con lo que ven. Existe una gran
coexistencia de cultural que implica volver a la acción cultural para facilitar
la cohesión social. La creación y la participación son esenciales para el
enriquecimiento educativo del ser humano y no solo debe estar reducido a los
que lo ejercen como actividad profesional. Trabajando en conjunto, con el
colectivo, la comunidad, se mejora ésta y la capacidad de responder y generar
auto organización.
Es importante que la animación parta de un planteamiento educativo, porque es esencial enriquecer a las personas en emociones y sensaciones y personalmente, facilitando el acceso a diversos códigos estéticos por los organismos públicos para la inteligencia de la población.
Hoy en día, se han reducido en gran medida muchas acciones públicas, por el cambio de situación de estos últimos años. Muchos servicios públicos han disminuido o desaparecido. Sin embargo, los ciudadanos tienen interés y necesidad de crear actividades culturales y existen propuestas emergentes desde la participación ciudadana (Asociaciones de vecinos, colegios…) que crean puntos de participación cultural.
La mayor actividad de cultura
viene por parte de los ayuntamientos (teatros, instituciones, espacios
escénicos, de exposiciones… todos subvencionado) sin estar obligados a ello.
Un saludo, Paula González Martínez
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